“En aquel tiempo estabais sin el Mesías, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Elohim en el mundo. Pero ahora en el Mesías Yeshúa, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Mesías. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley (Toráh) de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Elohim a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.”
– Efesios 2, 12-16